2012/09/27

Así

Así quisiera crecer
como ciudad
como habitat
no como clase

2012/09/24

Skyscrapercitybabylon

No es una torre son dos, con 28 pisos de altura y lo que aparentemente son como ocho solo para el parqueo vehicular.

Entienden, yo SI quiero inversión en San José, amo mi capital, y a diferencia de las personas que me criticaron en su página SkyScraperCity no tengo menos de 30 años, ni un título del Veritas, ni he viajado al oriente para ver cómo lo hacen, y mi programa favorita no es Megastructures.

Soy escritora y soy socialista.  Me encantaría ver la renovación de San José con edificios en altura moderadas, ecológicas, verdes, bonitas.  Y creo que es posible apenas el tico entiende que si quiere vivir en altura, tiene que pensar en altura.  La condición de construcción que interpone el colegio de arquitectos que impide colocar ventanas sobre los costados de las casas que den sobre la propiedad vecina es una ley arbitraria, creada en otra época, para otras necesidades.

Viví gran parte de mi vida en Santiago, Chile.  Ahí la construcción en altura es una industria fascinante y una solución que crece desde y para la sociedad. Ahí no hay obstruccionismo perpendicular.

Los edificios que pueden ocupan todos sus costados para poner ventanas, permitir la circulación de aire y luz, disminuir el peso de su aspecto, y plantar enredaderas, cosas bonitas.

Los edificios en altura en Costa Rica siempre presentan una frontis y un fondis, pero sus lados siempre son pisos de pisos de cemento gris.  Lo edificios de la Caja, del ICE, por largos se salvan, pero la torre de la Mercedes Benz y el edificio de la Contraloría por ejemplo con esos paredones sin ventanas son dolor para los habitantes que no ven la espléndida vista que tendrían desde esa altura, y un dolor de ojos para los que desde afuera tenemos que mirar tanta pared.

A lo que voy es que el costarricense no quiere evolucionar sus leyes para justificar su necedad pintoresco de ponerse travas.

¿A qué le tienen miedo?

Tienen miedo a todo porque se estan criando en casitas que miran para adelante, o miran para atrás porque, para el costado jamás.  Y andan en pesados carros importados con ventanas polarizadas para que del costado nadie los vea.

Esas torreS, porque púchica, son 2! constituyen una agresión a lo que es todavía el casco viejo de la ciudad de San José. Parecen enormes juguetes de Mazinger, que no se mueven porque les falta un piloto. Si fueran habitadas aquellos apartamentos por jóvenes profesionales, hacia donde fluiría su caca?

Ya la altura y el carácter triste setentero del Edificio Colón era dificil de suavizar, pero ahora que unos bombeta, financiados quien sabe cómo, pero con suficiente para comprarse mil sacos de arena, y toneladas de varilla de hierro Chino, mas los permisos municipales de un alcalde sin verguenza, sin consultar con el entorno, pusieran algo dos veces el tamaño que la Torre Colón para que uy si, en su primer piso hayan tiendas donde el verdadero tico clase media no puede ni soñar con comprar. Criticados sean.

Sorry no ser sus mamitas que les encuentran todo divino. Aprendan a escuchar y a cambiar con las críticas, no son perfectos. Pudieron haber empezado más pequeño, un poquito más humilde, y crecido con en consenso de todos, pero no, pagaron para caernos mal.

2012/09/21

Esa torre maldita


Pobre Jeni, no hay escasés de espacio en la gran area metropolitana para edificar nuevos vecindarios, solo hay mal uso.

Es un mapa de desolación, sin protección, sin salida, sin ojos.
Los barrios josefinos, los del centro, que eran finos, los que visitábamos en su apogeo para saborear la onda citadina y lucir ropa de calle, son hoy una maraña de enredo de líneas de buses, calles estrechas sin aceras, sin habitantes, donde a la escuela de señoritas no se le ha visto ni una señorita en años.

San José es un gigante estacionamiento. Es una gastritis de abandono, ese dolor de panza repentina y fuerte que dan las despedidas y los despidos. La omnipresencia de alambre de navaja indican que los vecinos que van quedando no se han dirigido la palabra por años.

Sobre el Paseo Colón las emblemas de las marcas conquistadores Quiznos, KFC y Wendys para alimentar de chatarra a los alquileres de carros y ni uno que ofrezca modelo híbrido a los turistas.

Y si no bastara con nuestra entrega de espíritu capitalino a entidades foráneos ahora, con permiso municipal, se ha construido una torre de concreto de 20 pisos de altura que no tiene absolutamente nada que ver con su contexto, ni en proporción, ni en color, ni en intención, ni en interacción con la ciudad que la rodea.

se cagaron en todos nosotros.

Esta bien construir torres en la Sabana o Escazú, o ya en Guanacaste o Jacó como experimento estudiantil, pero a apenas dos cuadras de los Hospitales San Juan de Dios y de los Niños, que no dan abasto sirviendo a la salud de la nación y cuya infraestructura grita por inversión, haber construido un monumento de semejantes proporciones para demostrar el dinero de unos pocos, refleja su falta de educación y decencia, refleja una clase cuya fortuna al ser cuestionado nos acusa de antisemitismo.

Torres Paseo Colón y su oferta de vivienda es un dolor de ojos y de alma.  Que si convirtieran todo Paseo Colon en un corredor de aquellas monstruosidades tendríamos que habitarlos con los mismos nicaraguenses que los construyeron porque mercado de apartamentos de lujo, a precios de Dubai, que depende de ascensores y peor, de alcantarillas de una ciudad que no se ha renovado por más de cien años, sin vistas hacia los costados, son la TONTERA y el LAVADO DE DINERO más descarado en toda la historia de nuestra capital.  

Buscando casa en Villa


Nada mejor que imaginar nuestro siguiente hogar, cuando ya nos sentimos encarcelados por la casa que tenemos, limitados por nuestras cosas en nuestras cuevas, que hemos perdido la libertad de salir porque quedan todas estas cosas solas.  Nada mejor que pensar en el siguiente hogar, la concha más amplia, para acomodarnos los rabos.

La Jeni se siente así, su condominio no respira, con sus bordes contenidos entre pisos de paredes sólidas, cuyas moldaduras de fina terminación, promueven su aptitud, su acierto, su ambición ante vecinos iguales.

Al condominio Paseo Las Palmas solo allegados a Villa Colón, formando un subdistrito de grumo segunda clase, medianos, ni tan ricos pero respetables.  Barrio nuevo que tras años de cohabitación, escuchándose los estornudos, risas y plegarias, de olerse los perfumes, la mayoría ignora los nombres y lugar de empleo de sus vecinos.  Y tampoco se puede decir más sobre la Villa que lo rodea, a menos que sean primos, sean de confianza.  

Qué rico poder escoger el techo sobre nuestras cabezas, los colores con los que pintamos nuestros rincones, los muebles, el arte y la vajilla que acomodamos para recibir visitas.  Qué emoción empezar de nuevo, mejor que antes.

Al pasarse de Las Palmas a Villa propiamente, sobre la cuadrícula principal, Jeni puede asimilarse completamente como nativa, como señora.  No tiene que asistir a misa, ni al gimnasio, con tal de saludar a más de una persona en el Super Mora y mantener un bonito jardín, es oficialmente de pueblo.  

Son siete mil millones de habitantes en el planeta y cada vez menos espacio para habitar.

Las casitas viejas como la que quiere alquilar Jeni casi no quedan. o estan habitadas por viejos que no quieren morir.

Ella se siente emocionada, como una colegiala con un muchacho que si promete. Con su Ronny Dance se dan cita con los dueños de la casita esquinera azul que le faltan persianitas no más para ser de legítima abuela.

Sin embargo, cuando se acerca el dueño les explica que la casa de su pertenencia, el edificio en alquiler, el disponible no es el azul de la esquina, ni es esquinera, ocupa una esquina de su propiedad, de una casa contigua, en el puro centro de la cuadra, y es tan fea como Jeni se había soñado la otra casa bonita.

Es una casa en hueco, sin ventanas, con todo chueco, con cuartos de encierro con olor a infestación de gatos, cuando a los gatos no se les quiere y se convierten en ratas.

Es casa de miseria, ocupando con su suciedad un espacio privilegiado entre los ríos Pacacua y Jaris, culpando la falta de dinero por su torpeza.