2016/02/11

Volver por pega

El Chile que yo conocía tenía Europeos y Mapuches, no tenía Colombianos, ni Caribeños. Pero llamar su nueva diversidad como "cosmopolita" bordeaba en ridículo cuático onírico.

Ya porque se tiene más variedad de comidas en horarios más nocturnos no implicaba gran mejoría de comidas ni horarios, solo denotaba mayor competividad.

Aquel competir, entre machos, y entre machistas, ya había segmentado a todo Chile entre Cuico y Roto hasta nominarlos por abecedario, por rangos publicitarios más be que aa, en que la derecha es ser feliz, temporada tras temporada, sentirse sin serlo nación de psicólogos, abogados e ingenieros comerciales, con anhelos realizados, contentera.

La diversidad actual Santiaguina, llámese recibir refugiados en grandes cantidades en poco tiempo, es "globalización". Carece de la lenta integración e intercambio de recetas, folklor y buenas costumbres, que califica el ser "cosmopolita".

Hasta que los imigrados no concentren poderes en guetos y sus propias escuelas, lo que pasa en Chile es Americanización, agringarse como New Jersey, vecino fome de Nueva Yor.

Los Haitianos de mi vuelo a Chile me hicieron pensar mucho en la opción de venir a Chile "a trabajar".
Ellos no tenían otra opción.
Yo venía por nostalgia.

Huyendo la marca Essential de la nueva Costa Rica bajo Tratado de Libre Comercio.

Mantenía la esperanza de que en planeta al revés, se podía escribir sobre otras cosas que sobre ser adecuadamente remunerado.

Estuve en Santo Domingo tres veces, el Pacífico Sur ya no galopeaba, ya no era fría.

Pegar es golpear. Implica cachetadas, bofetadas, puños y agresión.
La pega en Chile es coloquialmente "trabajar".
"Tengo mucha pega" se escucha decir.
En cambio en Costa Rica "pega" es un padecimiento que nombran las señoras cuando a uno le duele la panza.
"Tiene pega" te dicen ante el malestar "Quiere que se la sobe?"
Entonces las señoras te cogen del brazo y te lo soban fuertemente buscando, dicen ellas, bolitas de pega que son en extremidades reflejo de obstrucciones intestinales.
Duele del carajo que te soban la pega.



Volver Volver

Nosotras pasamos muy pegadas a los mensajitos, los bocadillos de información, los eslogan, más si son memes acompañados con imagenes de gatos o perros y peor si son gif.

Con tanta filosofía entretenida de hace rato padecemos el delirio de pensar como conjunto que "el universo" sustituye el Dios patriarcal, que el universo, sin genero, o sapiosexual, nos indica los caminos que debemos recorrer, que nos facilita las decisiones. "El Universo" quiso, desde que me fui de Chile, que volviera a este país.

En Costa Rica sin dineros ni trabajos, guardando tiempo sobre propiedades e instituciones, le pedí prestado al amigo exitoso los dólares para comprar el tiquete. Él en San Francisco, accedió aunque el acuerdo había sido que de terminar el borrador del segundo libro, lo iría a ver a él en California.

A mediados de Agosto, la Tiquicia estaba con lluvia adecuada para poder decir que ese año habrá qué comer el próximo año. Las opciones de compra de pasajes en línea fijaban los precios más baratos en los días más cristianos: la navidad y el año nuevo. Tuve menos de una hora para decidir y me di con la segunda, volar en año nuevo para poder volar todo el año.

Volver a Chile a qué?
A verme con viejos amores? El amor es siempre buen pretexto, lo dice el Universo, pero cual de todos? Con qué cara?
A buscar trabajo? Ser bilingue para escribir de números y platas en horarios de 45 horas con salarios de fines de los 90 y alquileres del presente?

Haciendo escala en la ciudad de Panamá caminé a la siguiente terminal entre avisos interminables de perfumes. El perfume no es lo mío, esconde los verdaderos olores, disimula las enfermedades.

El Chile de mis recuerdos, no era como Costa Rica. La Tiquicia es un país de variedades genéticas en todo sentido. Las especies de flora y fauna de ese Centroamerica son prueba del verdadero significado de la teoría de Darwin, más sobreviven los que mejor se adaptan. El más fuerte no sobrevive sin entremezclar y camuflarse entre vecinos.

En la terminal del vuelo de conección a Santiago pensé que toparía con poca gente, más extranjera que chilena. Lo que llegué a ver me sorprendió.

Si bien han sido 20 años desde que vuelvo, presenciar los verdaderos efectos de la globalización me era chocante. Debo aclarar: yo no soy racista. La narrativa de invasión, colonización, segregación y esclavitud me duele todo, siempre me ha dolido, siendo blanca a mi, la vida negra, me importa.

En la terminal, esperaban para abordar el vuelo a Chile unos cien Haitianos. Todos de pie, divididos en tres grupos. Esperaban en silencio, mirando fijamente la puerta de embarque, sosteniendo en sus manos unas carpetas amarillas con letras sobre alguna iglesia. Todos flacos y en sus mejores ropas, la única que tomó asiento era una joven madre que viajaba con su pequeña hija.

A poco rato se me presento otro pasajero, un hombre de mi edad, Peruano, jovial. Me explicó la procedencia de esta humanidad y que desde el terremoto que destruyó Port au Prince que han emigrado muchísimos.

"Donde más he visto es recogiendo los carritos en las tiendas Líder" me contó el Peruano.
Las tiendas Líder forman parte del grupo Walmart, el grupo Walmart también compro las tiendas Más x Menos en Costa Rica. El Más x Menos me había botado árboles milenarios en el pueblo donde vivo  para colocar otra tienda más y estacionamiento. Los odio.

Cuando hicieron el llamado para abordar, los Haitianos hicieron un fila expedita y todos lograron subirse. Yo los esperé y cuando llegué a mi asiento en clase turista lo vi ocupado por una de ellos. No dije nada y retrocedí por el pasillo a business donde vi que se había acomodado el Peruano y él le pidió a la azafata que me cambiara por un asiento al lado suyo.

Pasada la media noche en la que miramos desde arriba los festivos fuegos artificiales en ciudades del Perú, me busqué otro asiento para dormir. De pronto desperté ante el sonido sostenido de los motores y vi que un Haitiano había traspasado la cortina que dividía las clases y se había arrodillado sobre el piso al lado de una silla desocupada. Rezaba, con los ojos bien cerrados y las manos apretadas.

Pensé en lo que era el traslado de Africanos al nuevo continente. Cómo se sometía a seres humanos, hombres, mujeres y niños, a la fuerza, a grito y patada, y cómo los apilaban en barcos que se movían por oleaje gigantezca, cómo se orinaban y se defecaban la poca comida que se les daba para mantenerlos vivos. El asco y repudio que corría por mi cuerpo de pensarlo era mi alma enfurecido.

El Haitiano siguió rezando.



2016/02/08

Qué es este sitio? What is this site?

If you had the last farm on earth, one with flowering orchards and gardens that grew fresh food in the sun and brought cooling shade to the heat, where hens and geese lay eggs, where a small band of cows grazed and gave milk, where it was quiet and unafraid, would you ever sell it?

This blog is called The Last Farm. I don't own it, I write it.
As of Feb 8, 2016 on the Chinese New Year of the Fire Monkey, it is my job.


Si tuvieras la última finca del mundo, uno con huertos y jardines que florecían con cosas ricas para comer y que también que brindan sombra contra el sol, donde las gallinas y los gansos ponen huevos y donde las vaquitas apacentan y dan leche, donde es silencioso y sin miedo, la venderías?

Este blog se llama La Última Finca. No es propiedad, yo la escribo.
A partir del 8 de Febrero del 2010, en el Año Nuevo Chino del Mono de Fuego, este blog es mi trabajo.