2016/08/10

dilación olímpica

a mi mis amigos, todos, en más de una ocasión, me han enjachado por caminar.
si, por caminar. repetir el sencillo acto más glorioso de mi infancia: poner un pie delante de otro, sin caerme.

mi cuerpo esta diseñado para caminar en promedio 5 kilómetros al día, el tamaño promedio de dos o tres fincas partículares. siendo la mitad de mi cuerpo, su uso óptimo tiene que ser la mitad de todas las horas que paso despierta. es lo natural y lo moderno.

asociamos desde hace demasiado tiempo, la modernidad con la cómodidad. sentirnos cómodos en todo lo que hacíamos descartó de nuestra conversación las ganas de pegarnos golpes, de competir en saltos, de volar por aguas, la fisicalidad de nuestra naturaleza la hemos encerrado en fábricas, bienes raices y medios de transporte, a los que nombramos como "trabajo" y calificamos como "honesto".

viendo las olimpiadas me siento más señora que señorita.
cuando mi abuela era más señorita que señora, en las olimpiadas se competía por la planificación urbana de las próximas olimpiadas. cómo se haría tan magno evento, en cual potrero aledaño a cual castillo, o centro mercantil, que recibiría atletas no solo de islas griegas, de reinos europeos, de comarcas mundiales.

mi abuela estuvo en las olimpiadas nazis del pueblo germano. gozaba de ser una guapa. mientras que sin conocerla todavía, mi abuelo en estados unidos pretendía una escritora, complicada. al concluir la segunda guerra mundial, cuando nació mi papá, reconstruir la europa y recrear la tierra santa en su versión Israel, era hazaña competitiva entre naciones. necesitaban esos planificadores olímpicos.

solo se considera la arquitectura como categoría olímpica entre 1928 y 1948, pero la competencia sigue siendo real, arquitectos creando ciudades cuyo atractivo merece los juegos más antiguos del mundo. este año brazil, Río, en cuatro años más japón, Tokyo.

sana competencia entre países que se han atacado, bombardeado, refugiado, y transformado en solo 100 años a cien mil millones de personas, de todas las étnias, idiomas y acentos sobre un planeta tan grande como es pequeña.

en qué momento se funden las líneas entre ser primitivo, ser moderno y ser robot?
me consumo en mi propio estar sentada, inmovil, leyendo. hora tras día tras semana, mes y año.


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