cada ser humano lleva trauma, un tipo de dolor específico que le jode partes de su cuerpo puntuales, que gatillean olores, sonidos y escenas según la herida inicial. hay gente con trauma de familia, de cuerpo, de comunicación, de incidencia dentro de la existencia, muchas escusas para cambiar de tema.
hablar escrito, es donde vive mi trauma.
no tener qué decir que tenga valor decirlo.
decir me siento de tal modo, deseo tal cosa, distingo entre sentimiento y anhelo.
como si mi vida dependiera de ello.
me fascina y me da asco el decir de los demás, me encanta y me supera el hablar entre personas, pues tengo el impulso en la comunicación de contarle todo a todos salvo lo que perjudica o lo que excluye.
es megalo atributo y es manía, pero hacer sentir escuchados a los demás es crack, mi vicio, mi placer, y al vivir en este reality show de comunicación instantanea, me siento atrapada, inundada, acorralada de no poder expresar, o describir lo que pinta en mi cabeza como respuesta, sugerencia, solución múltiple.
tengo trauma de amiga y enemiga, de confidente y confabulador, me repiten cosas que supuestamente he dicho, y me dicen cosas que al repetirlas se valen como interpretación, un intercambio entre palabras mías de verdad y la memoria de su impacto.
me pica un mosquito un día y otro al día siguiente, es el mismo picasón y molestia pero no criatura. decir lo que puedo decir de verdad, solo por escrito.
por escrito empiezan todas las cosas de las que yo tengo noción en el mundo, sería cielo de llamarse otra cosa, de llamarse rosa. si a los poderosos del mundo se les indica como el 1%, yo que no tengo nada de dinero y vivo muy bien, a cual porcentaje pertenezco?
es privilegio el desclasificar por completo, pero mal visto mencionar y menos alardear de ser libre.
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