Me puse toda feliz cuando supe que podía ser editora en lugar de escritora.
Tengo cierta propensidad a economizar.
En el blog tengo la opción de tachar.
Demostrar la edición dentro de lo escrito. Aquello me vuela lo cesos.
Como arriba, miré género en las palabras y taché el a al final.
Porque estoy comunicando sobre ser compulsiva y obsesionada con la claridad.
Hay gente que les funciona el remate más de una vez, que pasan la vida rematando la misma salida, y sin embargo son graciosos y se les entiende. Las mandonas, como ejemplo, siempre se casan.
A mi comunicarme es casi imposible.
A pesar de tener conversaciones importantes y básicos, repetir sus contenidos por escrito me huye, no poderle hacer justicia o talvez incriminar las fuentes de información u opinion me da miedo.
En ser escritor, agricultor, abogado, profesional no puede diferenciarse por género. Para qué exaltarse de tetas cuando tengo palabras para superar tales obstaculos al tramitir mensajes. Decir que soy escritora en vez de escritor, enardece el prejuicio del lector, quiere mirarme el pecho sin escuchar lo que sale de mi boca.
Lo que quiero decir es que no quiero ser enjuiciada como profesional por género.
Quiero tener la voz tan grande, confiada y robusta como la de ciertos hombres que admiro con mi alma, quiero poseer y compartir el bravado de perfilar mi inteligencia ante el mundo y crear argumentos que iluminan la futilidad de enmarcar con prejuicios su contemplación.
En ser escritor, agricultor, abogado, profesional no puede diferenciarse por género. Para qué exaltarse de tetas cuando tengo palabras para superar tales obstaculos al tramitir mensajes. Decir que soy escritora en vez de escritor, enardece el prejuicio del lector, quiere mirarme el pecho sin escuchar lo que sale de mi boca.
Lo que quiero decir es que no quiero ser enjuiciada como profesional por género.
Quiero tener la voz tan grande, confiada y robusta como la de ciertos hombres que admiro con mi alma, quiero poseer y compartir el bravado de perfilar mi inteligencia ante el mundo y crear argumentos que iluminan la futilidad de enmarcar con prejuicios su contemplación.
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